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El Dr. Edwin Lemuel Ortiz en Buenos días Familia, trata temas que comúnmente no se exponen. Aquí algunas respuestas  con respecto al divorcio, a la luz de la Palabra de Dios.


¿Qué dice la Biblia acerca del divorcio y un segundo matrimonio?
En primer lugar, es importante entender bien cuál es la postura de Dios con respecto al divorcio y las palabras de la Biblia en Malaquías 2:16 son bien claras: “Yo aborrezco el divorcio –dice el SEÑOR Dios de Israel”. De acuerdo con las Sagradas Escrituras, el plan de Dios es que el matrimonio sea un compromiso para la eternidad. “Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mateo 19:6). Por tanto, los que van a casarse deben entender la relevancia de esta decisión, que es para toda la vida, y deberían aprovechar bien el tiempo de noviazgo para conocerse y saber si son compatibles. Normalmente, los problemas que surgen en el noviazgo y no se resuelven terminan por amplificarse en el matrimonio. Y los problemas que surgen en el matrimonio y no se tratan ni se resuelven, siguen saliendo de forma recurrente y van minando la vida matrimonial, amenazando con romper la relación.
Sin embargo, Dios conoce el corazón del hombre y comprende que el divorcio, aún entre cristianos, va a ocurrir, ya que un matrimonio involucra a dos seres humanos pecadores. Por eso, en el Antiguo Testamento Dios estableció algunas leyes, a fin de proteger los derechos de los divorciados, especialmente de las mujeres (Deuteronomio 24:1-4). En el Nuevo Testamento, Jesús señala que aquellas leyes fueron dadas a causa de la dureza de los corazones de la gente, pero no porque fueran el deseo de Dios (Mateo 19:8).
La controversia de si el divorcio y una segunda boda son permitidos de acuerdo con la Biblia, gira principalmente alrededor de las palabras de Jesús en Mateo 5:32 y 19:9. La frase “excepto en caso de infidelidad conyugal” es lo único en la Escritura, que da el permiso de Dios para el divorcio.
Muchos intérpretes entienden esta “cláusula de excepción” como refiriéndose a “infidelidad conyugal” durante el período de “desposorio”. En la costumbre judía, un hombre y una mujer se consideraban casados, aún mientras todavía estaban “prometidos” o comprometidos formalmente. La inmoralidad durante este período de “desposorio” debería entonces ser la única razón válida para un divorcio. Sin embargo, la palabra griega traducida como “infidelidad conyugal” es una palabra que puede significar cualquier forma de inmoralidad sexual o de otro tipo. Es decir, que lo que Jesús está diciendo, es que el matrimonio queda disuelto en caso de infidelidad tal como adulterio, prostitución, traición, engaño, abuso, malos tratos o incluso flirtear con otra persona. Por tanto, el caso de inmoralidad sexual, que es un caso de infidelidad flagrante, legitima el divorcio a la luz de la enseñanza de Jesús. Las relaciones sexuales como tales, son una parte integral del vínculo marital “y serán una sola carne” (Génesis 2:24; Mateo 19:5; Efesios 5:31).
Al unirse físicamente con otra persona, se establece una nueva atadura, un nuevo vínculo con aquella persona y se rompe el vínculo con su cónyuge. Más aún, estas relaciones ilícitas tienen su impacto a nivel espiritual, constatándose cambios muy significativos en la persona que las practicó, en su comportamiento, se sienten observados, están mas nerviosos, se vuelven muy mentirosos tratando de justificar todo lo que hacen, tienen cambios bruscos en su estado de ánimo, les viene una ceguera enorme que les impide ver la realidad y apreciar los consejos de los familiares y amigos que le aman. Todo esto se produce porque al unirse físicamente con otra persona, se abre una puerta a nivel espiritual al enemigo. Algunos lo explican empíricamente al haber enfrentado este problema en muchas ocasiones, indicando que en realidad lo que tiene lugar es una transferencia de demonios. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio, constituyen una razón lícita para el divorcio.
Como puede verse en ese mismo pasaje del evangelio de Mateo, Jesús también tiene en mente el segundo matrimonio. La frase “y se casa con otra” (Mateo 19:9) indica que el divorcio y una segunda boda sería algo permitido, en caso de cumplirse la cláusula de excepción o ruptura del pacto matrimonial, por causa de infidelidad. Es importante notar que solamente a la parte inocente se le permite volver a casarse.
Aunque esto no está indicado en el texto bíblico, la concesión del segundo matrimonio después de un divorcio, es la misericordia de Dios para aquel contra el que se ha cometido pecado, no para el que ha cometido inmoralidad sexual. Puede haber instancias donde a la “parte culpable” se le permite volver a casarse – pero el texto bíblico no hace alusión a ello.
Algunos entienden 1ª Corintios 7:15 como otra “cláusula de excepción”, que permite el segundo matrimonio, si un cónyuge incrédulo se divorcia de un creyente. Sin embargo, el contexto no menciona en ese caso una segunda boda, sino que solamente dice que un creyente no está limitado a continuar un matrimonio, si un cónyuge no creyente quiere abandonarlo. Otros van más allá y entienden que el abuso sexual (al cónyuge o incluso a un hijo) son razones válidas para el divorcio, aunque no están escritas como tal en la Biblia. Hay muchas cosas que sabemos que Dios condena y cuál es su postura al respecto, aún cuando no aparezcan escritas en la Biblia, pues debemos hacer uso de una correcta hermenéutica, aplicando siempre el criterio de que esté en armonía con la enseñanza general de la Biblia.
En todo caso, Dios es un Dios de misericordia y perdón, y la persona agraviada debe tomar su decisión y ver si está dispuesta a perdonar, rehaciendo su vida con su cónyuge, aún a pesar de lo ocurrido. La “infidelidad marital” le da luz verde para el divorcio, pero usted puede decidir perdonar.
Aún cuando se haya cometido adulterio, una pareja puede por medio de la gracia de Dios aprender a perdonar, y comenzar a reconstruir su matrimonio. Dios nos ha perdonado mucho más. Con seguridad podemos seguir Su ejemplo y aún perdonar el pecado del adulterio (Efesios 4:32). Sin embargo, lamentablemente, en muchas ocasiones, el cónyuge que cayó en adulterio no da muestras de arrepentimiento, sino que persiste en justificarse, en su engaño y continúa en inmoralidad sexual. Posiblemente ahí es donde Mateo 19:9 puede ser aplicado.
Un segundo matrimonio después de un divorcio puede ser una opción en algunas circunstancias, pero eso no significa que esta es la única opción. Después de un divorcio, algunos se precipitan a pensar en un segundo matrimonio. Esto no es sabio. ¿Por qué salir de una atadura para entrar en otra peor?. Lo correcto es buscar la voluntad de Dios, ayunando y orando. Clamando a Dios que Él le hable y le de una respuesta clara como la luz del mediodía. Debemos entender que hay personas que no están preparadas para vivir solas, otras por el contrario, tienen el carácter y la fortaleza para sacar su familia adelante por sí solas.
Es doloroso que el índice de divorcio entre los que profesan ser cristianos, sea casi tan alto como el de los incrédulos, pero esa es la realidad. La Biblia deja meridianamente claro que Dios odia el divorcio (Malaquías 2:16) y esa reconciliación y perdón deberían ser las marcas de la vida de un creyente (Lucas 11:4; Efesios 4:32). Sin embargo, Dios reconoce que el divorcio se va a dar aún entre Sus hijos. Un creyente divorciado o vuelto a casar no debería sentirse menos amado por Dios, aún si su divorcio o segundo matrimonio no estuvieran cubiertos bajo la posible cláusula de excepción de Mateo 19:9. Con frecuencia Dios usa aún la desobediencia pecaminosa de los cristianos para llevar a cabo una gran cantidad de cosas buenas.
Salmo 138:8 “Jehová cumplirá su propósito en mí; tu misericordia, oh Jehová es para siempre; no desampares la obra de tus manos”